LUCÍA Y EL ORDEN
La chaqueta, hecha un lío tirada en la cama, la mochila de patinar, en el suelo, los zapatos, desperdigados por el recibidor, los juguetes en la cama, en la sala y hasta en la cocina. ¡Ordena tus cosas! – dice su padre enfadado- ¡Todo esto, fuera de aquí! A cada paso se tropieza uno con algo tuyo. Por si no tuviera ya bastante trabajo. Este desorden no se puede aguantar. ¿Cuántas veces hay que decírtelo? ¡A ver si me haces caso!
La chaqueta, hecha un lío tirada en la cama, la mochila de patinar, en el suelo, los zapatos, desperdigados por el recibidor, los juguetes en la cama, en la sala y hasta en la cocina. ¡Ordena tus cosas! – dice su padre enfadado- ¡Todo esto, fuera de aquí! A cada paso se tropieza uno con algo tuyo. Por si no tuviera ya bastante trabajo. Este desorden no se puede aguantar. ¿Cuántas veces hay que decírtelo? ¡A ver si me haces caso!
Lucía no entiende porque se enfada su padre, recoger las cosas le parece una tontería y una pérdida de tiempo. ¿Para qué voy a recoger las cosas si después tengo que volver a sacarlas? ¡Que lata! Piensa con impaciencia.
No tengo ganas de ordenar esto. Hay cosas más importantes que hacer.
Cuando su padre ya no puede más es él quien recoge los juguetes.
Todos los padres saben que es educativo entrenar a los niños en el orden, pero unos exclamarán “Uf”, sermonearán al niño y lo guardarán ellos, otras ayudarán al niño a guardarlos, otros invocarán lo desastroso que es el hijo, otros se sentirán víctimas y otros castigarán.
Aunque hayan dicho lo mismo, “Hay que recoger el cuarto y guardar los juguetes”, es evidente que no todos los padres hacen el mismo hincapié en el orden, en guardar los juguetes, y en ordenar la habitación. Por lo tanto, la misma frase tendrá música distinta. Y seguramente el niño percibirá más intensamente la música de fondo que la forma literal de la frase.
Los padres tienen una forma de sentir y pensar, y actuaran en función de ello, esto varía de unas familias a otras en cada familia es distinta la forma de ejercer la autoridad, su forma de entender el mundo y de relacionarse, incluso dentro de una familia, los padres tienen visiones distintas de un mismo concepto.
Preguntarse sobre lo que uno siente ayuda a pensar y a obtener respuestas, analizar las situaciones ayuda a entender con mayor profundidad y reflexionar sobre lo que puede suceder .
El mundo emocional de los padres está muy vinculado al mundo emocional de los hijos y muy conectado con la manera de educarlos.
La chaqueta, hecha un lío tirada en la cama, la mochila de patinar, en el suelo, los zapatos, desperdigados por el recibidor, los juguetes en la cama, en la sala y hasta en la cocina. ¡Ordena tus cosas! – dice su padre enfadado- ¡Todo esto, fuera de aquí! A cada paso se tropieza uno con algo tuyo. Por si no tuviera ya bastante trabajo. Este desorden no se puede aguantar. ¿Cuántas veces hay que decírtelo? ¡A ver si me haces caso!
Lucía no entiende porque se enfada su padre, recoger las cosas le parece una tontería y una pérdida de tiempo. ¿Para qué voy a recoger las cosas si después tengo que volver a sacarlas? ¡Que lata! Piensa con impaciencia.
No tengo ganas de ordenar esto. Hay cosas más importantes que hacer.
Cuando su padre ya no puede más es él quien recoge los juguetes.