educar también consiste en equivocarse
Quiero ser una verdadera ayuda para los padres y madres de familia que tienen niños y adolescentes tratando de comprender y dialogar sobre aquellos temas de actualidad que son importantes en la educación de los hijos y que en muchas ocasiones generan dudas y preocupación en la vida cotidiana de las familias, en especial cuando se producen situaciones que pueden llegar a ser muy difíciles de afrontar.
Temas como el llanto, el control de esfínteres, el sueño, las pataletas, los miedos, ordenar el cuarto, las nuevas tecnologías, la entrada en la escuela, la autoestima, los límites, los celos entre hermanos o la muerte de un ser querido.
Intentaré profundizar en situaciones difíciles como, ¿qué pasa cuando mi hijo roba, miente, o no come, o tiene problemas de aprendizaje?
Trataré de ocuparme de problemas que surgen en la adolescencia, la iniciación sexual, la hora de llegada, las eternas discusiones que se presentan en esta etapa de la vida, o situaciones más difíciles y problemáticas como los hijos agresivos, o las adicciones.
Todo ello teniendo en cuenta las distintas formas de familia de la sociedad actual. Madres o padres solos, parejas de padres o madres homosexuales, padres y madres separados, familias reconstituidas, familias adoptivas, acogedoras, etc.
Intentaremos contar anécdotas, situaciones de casos reales, que pueden llegar a ocurrirnos.
Porque educar consiste también en equivocarse, rectificar y disculparse cuando corresponde, nadie nace sabiendo, ¿cuántas veces, hubiéramos actuado de otra manera si hubiéramos conocido con antelación lo que iba a suceder?
No se trata de dar recetas mágicas e infalibles. Sino de dar ideas interesantes y útiles, sin olvidar que cada persona es única, especial y diferente a los demás.
Nunca se habían observado tantos problemas de salud mental como los que parecen tener lugar en la actualidad en el ámbito de la juventud. ¿Qué les pasa a los jóvenes? Sus emociones surgen y se muestran de forma intensa y alocada, se aburren, se angustian y traspasan su malestar al cuerpo, parecen sufrir sin sentido como nunca había ocurrido en otras generaciones, todo ello aparece desconectado de las palabras y de los hechos.