Mario estuvo viviendo ocho meses en una familia de acogida, (Marina, Juan y sus dos hijos Pedro y Alberto), hasta que sus padres adoptivos, Lucía y Andrés fueron a buscarlo.
En una de las visitas que Mario me hizo, tenía cuatro años, llevaba ya un año conviviendo con sus padres adoptivos; entró en la sala de juegos, contento y parlanchín, observándolo todo con gran curiosidad. Le mostré una gran caja llena de muñecos. Le dije que podía jugar como más le gustase.
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